Después de este largo y lluvioso invierno, que parece que poco a poco va tocando a su fin, nos encontrábamos el amigo Rubén y yo a pie de embalse. Queda ya lejana en nuestra memoria la última salida que pudimos disfrutar juntos. Después de estos meses, en los que hemos renovado nuestros equipos y llenado nuestras cajas de imitaciones, apetecía ya una pequeña toma de contacto con el terreno.
Sabíamos que la cosa no iba a ser fácil, ya que la temperatura sigue siendo muy baja, y los peces se muestran todavía muy inactivos, además, parece que el tiempo ha dado una tregua, pero las lluvias volverán. Aún así, con la ilusión de empezar una nueva temporada y a sabiendas de que sacar alguna pieza iba a ser difícil, a las 9 de la mañana ya estábamos con nuestros equipos preparados, y el termómetro... a 2º C¡¡¡
Estaba claro que con esa temperatura, ni el más osado de los peces andaría por las orillas en busca de nuestras moscas. Aprovechando esas horas "muertas" visitamos uno de los ríos que nutre al embalse, y que presenta un aspecto increíble, a expensas de que los barbos se decidan a visitarlo un año más.
A medida que el día iba avanzando, comenzamos nuestro camino hacia el embalse, si algún pez se movía, iba a ser allí y cuando más calentara el Sol. Al llegar, pequeños grupos de carpas nos recibieron boqueando, al poco saque una, primera captura, y objetivo del día prácticamente cumplido.
Seguimos avanzando, teníamos todo el día por delante y el comienzo no podía haber sido mejor. Al rato, y aburridos de los rechazos de las carpas, los barbos comenzaron a acercarse a las orillas. Pero al poco, nuestros ilusiones se vinieron abajo, no comían ni arriba, ni abajo ni de ninguna manera.
Finalmente, conseguimos dar con las moscas adecuadas, de hundimiento lento. El quironomido rojo con cabeza de foam y
la pallereta, han sido nuestras aliadas a lo largo del día. Pero no todo iba a ser dar con la mosca. Después del período de inactividad, uno pierde tacto y muchos de los barbos que clavamos partieron nuestros bajos, por el mal ajuste de nuestros frenos y la falta de acoplamiento al nuevo equipo.
Pero.... el que la sigue la consigue, y a partir del medio día, y después de una reconfortante comida, no hemos parado de sacar barbos, la actividad se ha disparado y allí estábamos nosotros para aprovecharlo.
Así pues, "la pequeña toma de contacto" se ha convertido en una jornada inolvidable, en la que entre ambos hemos rozado le veintena de capturas, incluido algún doblete. El día ha sido espectacular, con una temperatura plenamente primaveral y sin pizca de viento, lo dicho, increíble, inolvidable.
P.D: para la anécdota decir, que llevaba la camiseta de Peskacor, esa que dicen por ahí que trae suerte...a ver si va a ser verdad. Si los Peskacores se animan a repartir unos cupones, no estaría nada mal¡¡¡
Saludos