Bastó una llamada la tarde antes para definir el plan. Lo teníamos claro desde el principio el amigo Kikefly y un servidor. En primer lugar, madrugón, inevitable en estas fechas para poder pisar nuestros embalses. Poco antes de las 8 de la mañana, ya nos encontrábamos a pie de agua y con las ideas claras.

Las tablas solunares daban una actividad máxima, y el tiempo parecía que nos iba a respetar hasta el mediodía, sin viento y sin mucho calor. Primero íbamos a tantear una nueva zona y según los frutos que diera esta, nos moveríamos a un embalse cercano.
Al asomarnos al agua, pudimos ver una enorme actividad, carpas, barbos y miles de pequeños basses no paraban de deambular por las orillas saltando y comiendo todo aquello que caía a su alcance.


Al segundo lance, conseguí mi primera carpa del día (que a la postre sería la única), no llevábamos ni 5 minutos pescando y la primera captura ya se había producido, Kike y yo nos miramos y pensamos ¡¡¡ ESTO PROMETE !!! Sin embargo, con el paso de los minutos nos dimos cuenta de que " el día perfecto" se iba a quedar en un sueño.
Nuestras moscas eran rechazadas una y otra vez, y cuando parecía que no iba a ser así, los pequeños basses se adelantaban dando al traste con nuestros lances.
A Kike le costó lo suyo, pero su buen hacer hizo que consiguiera sacar su carpa, dedicada al maestro Pepe Romera, autor del pequeño cangrejo que la engañó.


Visto el plan, decidimos cambiar de escenario. Pero hoy no era el día, entre rechazos y pequeños basses, nos volvimos a casa con la sensación de que en esto de la pesca 2 y 2 no son 4. Todo parecía que nos acompañaría, pero no ha sido así, será eso lo que nos tiene enganchados a la pesca. El día que menos te lo esperas, será probablemente el de mayor éxito.
Os dejo un video del amigo Kikefly en acción.